José M.ª González Mazón —
La central nuclear de Almaraz no es cualquier otra industria en la que, si les va mal, se origina un accidente o el mercado les expulsa, cierra y punto, sin considerar las consecuencias ni su futuro. Resulta que cerrar Almaraz es continuar otros 50 años en marcha, pero de otra manera: por un lado, su desmantelamiento (durante un mínimo de 15 años desde el cierre, el 2017/2018 ) y, por el otro, la gestión de los residuos de alta actividad hasta que el cementerio definitivo para los residuos de alta actividad se apruebe y construya (2073 /finales de siglo). El Gobierno español ya ha contratado los trabajos para construir el almacén geológico profundo, precisamente con la misma empresa que en Finlandia (el primer país en el mundo en tener un cementerio permanente ―véase “Onkalo. Into Eternity”―) lleva más de 20 años con ello.
Cerrar es, primeramente, cerrar el grifo de la generación constante de residuos radiactivos altamente mortales que nadie sabe cómo resolver y cuya incidencia letal en el planeta es de un millón de años. Esto nos debería avergonzar como sociedad occidental industrializada, pero parece que ni al PP ni al PSOE regional les importa nada, ya que incluso algunos se han colocado en la central para defender su continuidad. ¿La presidenta regional y el recién elegido secretario del partido regional socialista siguen propagando que aumentar la generación de residuos radiactivos es disminuir las emisiones de CO2? ¿No les parece suficiente prolongación hasta 2073?
Cerrar es parar la extracción de uranio en países empobrecidos y en situaciones de contaminación y mortandad evidentes originando una larga cadena en todo el proceso subsiguiente de molturación, lixiviación, conversión, enriquecimiento, redes de transporte y fabricación del combustible. ¿Quién ignora que sin todo este proceso la central de Almaraz no funcionaría? ¿Quién rechaza su incidencia negativa ante la emergencia climática? ¿Emisiones cero?
Cerrar es impedir que la contaminación rutinaria, vía atmosférica y fluvial, continúe; como sabemos, esta ha legado incluso a la ciudad de Lisboa con incidencias graves en la salud en todas las comarcas afectadas por los vientos predominantes, y donde siempre han ocultado cualquier anomalía hasta que el movimiento ecologista lo ha denunciado. ¿Dónde está el estudio epidemiológico que demuestre su inocuidad? ¿Las nucleares al mismo nivel que las renovables?
Cerrar es cesar de jugar con la casualidad de accidente dadas las circunstancias geográficas de la central con un pantano aguas arriba, con un envejecimiento y deterioro de la cultura de seguridad requerida, con defectos técnicos sin resolver… Se trata de los generadores de vapor nuevamente taponados, pero también de las deficiencias sin solucionar del sistema de refrigeración claves en caso de parada no programada. ¿Acaso la degradación y la fatiga de materiales de estos más de 40 años la hace infalible nuevamente? ¿Qué futuro tecnológico pretenden replantear? Cerrar es dejar de mantener la ilusión de empleo un mes al año para cientos de jóvenes de la comarca, lo que impide que la responsabilidad de las Administraciones públicas para con las incitativas empresariales sea nula. Incluso la Cámara de Comercio de Cáceres en Navalmoral de la Mata no tiene interlocutores comerciales a los que atender. La central ha impedido todo desarrollo agroindustrial asociado al territorio donde se instala y ha paralizado, por inercias sucesivas, un cierto dinamismo laboral. ¿Cómo es que las poblaciones de la zona de influencia de la central siempre han tenido ―y siguen teniendo― más porcentaje de paro que la media regional? ¿Dónde se ha ido entonces la riqueza y el empleo prometido?


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