Juan Serna
¿Se imaginan ustedes que esos cabestros que presionan a Putin, el más loco de todos ellos, con bombardear la central nuclear de Zaporiyia cayeran en la tentación de hacerlo? ¿Imaginan lo que podría suponer una locura de ese tipo no solo ya para Kiev, sino para Ucrania, Rusia, la Unión Europea y para toda la humanidad…?
Los que hemos seguido de cerca los grandes desastres nucleares por fallos técnicos nunca hemos descartado que, además del fallo humano o tecnológico, esas instalaciones podían estar siempre expuestas a conflictos bélicos, y que los países que dominan la energía nuclear y se han dotado de un armamento atómico que desconocemos podrían caer en la tentación de utilizarlo cuando les interesara. Ese argumento que nunca han querido tener en cuenta ni la industria que promovía la construcción de centrales nucleares, ni los Gobiernos de bastantes países (esos que pasan por pacíficos y civilizados), ni grandes sectores de la población ni tampoco los medios de comunicación que han sucumbido a las campañas de lavado de imagen de esos grandes poderes económicos, deben estar ahora preocupados, al menos los más sensatos de ellos, ya que, en esto momentos de tensión que estamos viviendo ante la guerra criminal desatada por Rusia contra Ucrania, los bombardeos se acercan cada vez más a esa central nuclear y han tenido que pararlos por motivos de seguridad.
Quienes han dicho aquí que estarían encantados de prolongar muchos más años el funcionamiento de Almaraz, ¿podrán dormir tranquilos cada noche cuando ven la evolución que están cogiendo los acontecimientos? Acontecimientos que están en manos de un loco que utiliza el arsenal bélico del que dispone para una guerra sin fin mediante el chantaje de bombardear la central nuclear más grande de Europa. ¿Serán capaces de suponer siquiera las consecuencias que ello podría tener para los que estamos relativamente cerca de ese escenario? Y si eso sucediera, ¿dónde tendrían que esconderse para que no los encontrara nadie? Cada día da más pavor oír las noticias. Y leer la prensa o escuchar irresponsabilidades como las que hemos escuchado aquí nos parece un argumento de novela negra.


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