Las crisis alimentarias que nos están rondando

Juan Serna Martín –

Tras la primera gran crisis de este siglo, en la que hubo que salvar a los bancos por encima de todo (y que ya sabemos quién la pagó y la sigue pagando…), vino una pandemia de la que algunos creen que ya hemos salido, creencia esta que nos puede costar muy cara. (Algunos expertos dicen que nuevas pandemias están muy cerca y pueden venir a agravar la ya difícil situación…). Si a ello sumamos las consecuencias que va a traernos la masacre de Rusia contra Ucrania, no es difícil imaginar lo que nos acecha en el horizonte inmediato. Si, por otra parte, a todo esto le unimos la contaminación de todo tipo que acompaña al actual modelo de producción agroalimentario y sus efectos sobre el clima, la situación no puede ser más preocupante. Y si a todo ello, además, le añadimos que una gran parte de los actores no son conscientes de esta situación y creen que la crisis está tocando a su fin y que hay que volver al crecimiento generalizado cuanto antes, no es difícil prever que podemos estar al borde de un cataclismo de consecuencias imprevisibles.

No está en mi ánimo predecir catastrofismos, pero convengan conmigo en que, después de los razonamientos que acabo de hacer, el panorama para el optimismo está muy negro. Tenemos la obligación de buscar salidas a todos y cada uno de los problemas enumerados, porque nos va en ello la vida. También de pelear por ello enfrentándonos a tanto botarate como anda suelto: tanto al rebaño analfabeto y gregario como a los que tienen poder y algo más de información (pese a que estos antepongan sus intereses a todo lo que conseja la cordura en la defensa de lo público y del bien común). Sin embrago, me parece preocupante el crecimiento que se está produciendo en algunos populismos (con descerebrados como Trump, Bolsonaro, Putin, etc. a la cabeza). Estos y otros similares son un mal presagio para la humanidad, y todos los demócratas deberían dejar las diferencias a un lado para combatir estas formas de barbarie que amenazan muy seriamente a todos los países civilizados. Urge una movilización de la ciudadanía y de los países que quieren la paz y el progreso, antes de que siga creciendo esa bola de nieve que nos amenaza cada día más a todos.

Las personas e instituciones más lúcidas del mundo rural (como productor principal de alimentos) y del mundo urbano (como gran consumidor del sistema alimentario internacional) deben darse la mano y constituir una gran alianza para evitar las catástrofes a las que pueden llevarnos algunos locos sin escrúpulos ayudados por una masa ciega que no es consciente de la gravedad de la situación.    

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