Por Juan Serna Martín –

Los enfrentamientos entre bloques políticos antagonistas, sean conservadores o progresistas, siguen repartidos por todas partes. En la cabaña del tío Tom y en todo el planeta ya hicieron estragos Trump y sus huestes. En Brasil, Bolsonaro amenaza con arrasarlo todo, a no ser que vuelva pronto Lula, claro. En la Rusia de Putin, este reserva los grandes negocios para sus amigos a cambio de que no intervengan en política. Y China barre a Hong Kong con toda clase de represiones. Si nos venimos a España, el PP, VOX y lo que queda de Ciudadanos quieren echar del poder al gobierno al precio que sea. Y en Extremadura a Monago no le queda más que seguir a Casado para, al menos, salvar el sueldo.
Algunos cambios se están produciendo o están en puertas de producirse, pero parece que ni siquiera la gravedad de la pandemia hace meditar al capitalismo más cerril acerca de la necesidad de entenderse para evitar la catástrofe que se avecina en todo el mundo si los distintos adversarios políticos no llegan al entendimiento y al acuerdo. Esperemos que los más civilizados comprendan que se han encendido todas las señales de alarma: ¡Ahora es o todos o ninguno!
Sin embargo, la inercia de la corrupción es tan grande que a veces impide ver a los mafiosos (entre los que hay mucha gente y entidades “respetables”), quienes también se están jugando el bigote. Con una pequeña parte de lo que ganan en esos circuitos de la droga y del tráfico de tantas otras mercancías negras (incluida la evasión de capitales), podrían vacunarse todos los países del mundo, e incluso erradicar el hambre que rodea a una sociedad que ve cómo una minoría despilfarra lo que salvaría la vida de tantos seres humanos.
Aunque en política haya que hacer camas redondas tan delicadas como la de Pedro con Podemos, con los nacionalistas vascos y catalanes y con otras minorías de distinto pelaje, siempre será mejor llegar a la concordia y al entendimiento con toda esta zaragata política que acabar haciendo ingobernable a un país, sobre todo en momentos tan delicados como los que estamos viviendo, cuyos nubarrones siguen asomando por el horizonte.
Termino con estas palabras los comentarios que desde los Cuadernos Extremeños les hemos dedicado en Canal Extremadura Radio esta temporada; y con ellas me sigo aferrando, pese a todo, a esa dosis de optimismo que me invade en esta pandemia y que me lleva a creer que, entre un capitalismo salvaje y otro más civilizado, será este último el que gane la partida. Y que me perdonen mis amigos más izquierdosos por no invocar cambios más revolucionarios; tal como veo a los republicanos españoles y catalanes, mejor será esperar un poco a que la breva madure. Además, ya saben que lo mío es lo verde, pero incluso a lo verde le faltan aún algunos hervores.

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