Por Juan Serna Martín –

Como decía el paleto en la discoteca: “¡Total… la avería es floja!”. La bronca que se ha montado con motivo de los indultos anunciados por el presidente Pedro Sánchez ha cogido unas dimensiones muy propias de este país en el que tenemos que vivir diciendo siempre como en el circo: ¡Ahora, señores, más difícil todavía!”
Quiero despachar mi comentario a este tema de hoy con varias reflexiones breves:
- Que el presidente del Gobierno ha cometido errores tanto en sus declaraciones públicas como, a mi parecer, hasta en la elección de algunos de sus colaboradores, está fuera de duda. Lo he dicho públicamente en varias ocasiones y está en las hemerotecas.
- Que las elecciones en España nos llevaron a una situación endiablada en la que solo se podía gobernar en el bloque de una izquierda socialdemócrata y otras izquierdas de muy distinto pelaje, ya que la derecha que parecía un poco más civilizada no quiso, y las otras dos derechas se echaron al monte desde el principio, también parece fuera de toda duda.
- Que, desde entonces, el PP solo ha jugado a desgastar y hundir al Gobierno como sea, aprovechando, oportunista y temerariamente, las dificultades de una pandemia que exigía un poco más sentido de Estado, también parece fuera de toda duda.
- Que ahora, en un momento en que el Gobierno decide conceder un indulto a los presos de Cataluña (por supuesto, discutible y enrevesado, pero como única salida para hacer frente a una situación más que difícil), va y se monta un bronca descomunal con una propuesta de movilizaciones por parte de esas dos derechas que cada día se parecen más, a la espera de asestarle un golpe de muerte al Gobierno y sin importarles nada la difícil situación por la que estamos atravesando.
- Por si todo ello fuera poco, aparecen en la escena personajes históricos del viejo PSOE, como Felipe González, Alfonso Guerra y otros, colaborando con todas sus fuerzas en hundir a Pedro Sánchez, hecho que ya han intentado, sin éxito, en otras ocasiones y que crea una situación política especial, dada la influencia que aún puedan tener (aunque creo que esta es cada día más pequeña) entre los militantes socialistas más antiguos y anticatalanes.
Felipe González, que pasó del “No a la OTAN” a los indultos más increíbles, se pone ahora estupendo y viene dispuesto a dar lecciones a Pedro acerca de lo que se debe y no se debe hacer.
Y Alfonso Guerra pontifica sobre lo que es conveniente y lo que es ilegal sin acordarse de las ilegalidades de sus hermanos tras las que no fue capaz de dimitir.
De otras figuras socialistas menos relevantes mejor no hablar, ya que sabemos que solo quieren hacer ruido, porque, de no ser así, no salen en los medios.
El arrojo con el que el presidente del Gobierno está encarando la situación exige un temple de acero, y hay que tener valor para ello. No es la primera vez que se echa un pulso con estos santones que no se resignan a perder protagonismo cada vez que tienen ocasión. Si tuvieran vergüenza y memoria, estarían jugando un papel bien distinto en los momentos tan difíciles por los que está pasando este Gobierno.
La decisión del indulto es especialmente difícil y puede tener un recorrido muy arriesgado. Sin embargo, no se le puede negar a Pedro Sánchez un valor excepcional, independientemente de cómo le salga el asunto. Lo que sí está claro es que la derecha cerril y montaraz que padece España le quedará muy agradecida a estas “figuras del socialismo español” que han cerrado filas en torno a un frente fascista que cada día lo disimula menos.

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