Nosotros, como ciudadanos y colectivos, somos claves en el cambio climático

Por Joaquín Sánchez Gallego –

El pasado 29 de marzo El País dedicó su editorial principal a reflexionar sobre “La Esperanza Verde” y marcó de forma muy precisa las tres vías para liderar lo que se está llamando la cruzada verde con el fin de combatir el cambio climático. Son las siguientes:

  1. Contar con la capacidad de generar y exportar electricidad o combustibles sostenibles.
  2. Tener acceso a las materias primas imprescindibles.
  3. Poseer la capacidad para desarrollar las tecnologías apropiadas con las que llevar a cabo proyectos renovables.

Sin embargo, en mi opinión, olvidaron mencionar la cuarta vía, tan importante o más que las otras tres:

  • La de la responsabilidad del conjunto de componentes de nuestra población como actores claves que somos en el cambio climático.

Y es que esta vía requiere lo más difícil: contar con nuestros adecuados y necesarios comportamientos y actitudes como ciudadanos, colectivos, empresas, instituciones, etc. a fin de creernos de verdad que somos un factor crucial para combatir el cambio climático, no solo por respetar las normas y restricciones que nos impongan para paliar el problema, sino también para avanzar en cuanto a su solución.

Alguien dirá que esto se da por supuesto y que se están haciendo muchas cosas en esta vía. ¡Pero no es exactamente así!

La educación desde la infancia, el binomio formación + aprendizaje, la enseñanza y difusión de la cultura, de sus principios y valores, las relaciones sociales dentro de un marco cívico no sometido a los intereses políticos de los partidos en nuestra deteriorada democracia es una asignatura que apenas pasa del aprobado.

La solución a LA ESTRATEGIA DE EDUCACIÓN (sí, con mayúsculas) carece de acciones potentes con efecto inmediato; serán más bien acciones a través de cambios generacionales mediante políticas educativas y culturales que necesitarán no solo ingentes cantidades de gasto público para dotarlas de los recursos necesarios, sino también tiempo  y participación (con verdadera involucración y compromiso) en todos los ámbitos: personas, centros de enseñanza ―desde las escuelas de primaria hasta la universidades―,  dirigentes empresariales, líderes políticos y responsables institucionales, para que surtan efecto a medio o largo plazo.

La implantación de tecnologías, nuevas energías renovables y de accesos a materias primas tiene un efecto mucho más inmediato. Gran parte del reto para la cruzada verde es, pues, que nuestra población asuma, interiorice e inocule en sus genes estas actitudes y comportamientos que hoy fallan, porque lo que motiva hoy es la inmediatez y la falsa esperanza de la vuelta a la normalidad anterior.

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