
Tras las declaraciones de Luis Salaya, alcalde de Cáceres, anunciando que dimitiría si la Junta autorizaba la mina de Valdeflores, los ciudadanos le muestran su apoyo y le agradecen su coherencia y valentía.
Recogemos aquí los comentarios de Juan Serna y Dioni Gómez Amelia a propósito de esta noticia.
- EXTREMADURA NECESITA POLÍTICOS ASÍ
(Juan Serna Martín)
Cáceres es Patrimonio de la Humanidad. Si hay políticos insensibles y analfabetos a los que no les importa lo que Cáceres representa, nacional e internacionalmente, e ignoran el daño que la minería a cielo abierto, con la moderna tecnología, puede hacerle, su alcalde parece dispuesto a recordárselo. Solo con personas firmes que no se dobleguen ante los intereses de un falso progreso, Extremadura saldrá adelante. Todos los cacereños, y los extremeños en general, deberán reconocer la firmeza de este hombre que, aun sabiendo los intereses que se esconden para el control de dos minerales (no solo el litio), y que ya han doblegado a una ministra y a algunos sindicatos serviles, está dispuesto a mantenerse firme y a dimitir antes que pasar a la historia como el alcalde que colaboró en convertir a una ciudad de referencia mundial en un cráter volcánico. Salaya sufrirá presiones como las que ya pueden imaginar, pero si su pueblo le apoya no habrá litio ni cesio que puedan destruir un paraje tan bello y diverso en el mismo costado de una de las ciudades mas bellas del mundo.
- Alcalde Salaya, ¡adelante! Estamos contigo
(Dioni Gómez Amelia)
Fuerza para continuar con esta pelea que la gente codiciosa y sin escrúpulos ha impuesto en nuestras vidas. Este desastroso proyecto de mina en nuestra misma ciudad terminaría convirtiéndola en un basurero infecto y a sus habitantes en simples historiales médicos en los departamentos de oncología de la Seguridad Social. Pobres de los niños que nacieran entonces. Sería como llegar al mundo en Chernóbil. He visto a esos pobres niños calvos en Cuba tratando de arañar un poco de felicidad a su para ellos incompresible situación; jugando al sol bajo la vigilante mirada de sus cuidadoras y sentándose exhaustos tras cinco minutos de actividad, ¿Cuántos de ellos no habrán alcanzado siquiera los diez años? ¿Todo esto a cambio de qué?, ¿de otro avión privado para los «ejecutivos» (más bien ejecutores) de las mineras?, ¿otro chalé aún más grande? Esto no es un asunto de bien común, porque los cacereños somos gente común (y corriente) y tenemos el derecho humano de que no nos envenenen ni con argumentos falsos ni con la destrucción de nuestros recursos vitales. Este asunto apesta a maldad y no vamos a poner la otra mejilla.
Alacalde Salaya, ¡resiste!

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