Por Joaquín Sánchez Gallego –
Estamos convencidos de que la solución a la descarbonización completa de la movilidad, en un futuro cercano, no se solucionará solo con una tecnología de motorización ni con un solo vector energético.
En cuanto a la primera, varias son las tecnologías que o están ya, o su uso se vislumbra muy próximo, como son el motor eléctrico, el híbrido motor eléctrico + motor térmico, el eléctrico con pila de hidrógeno y los nuevos motores térmicos no contaminantes (ya en un estado avanzado de desarrollo).
En cuanto a los diferentes vectores energéticos, tenemos las baterías eléctricas de litio, el hidrógeno verde y los nuevos combustibles sintéticos, ordenados todos ellos desde su disponibilidad actual a la futura.
La capacidad de producción de energías renovables ―con un límite previsible en el futuro―, el alto coste inicial del desarrollo tecnológico de las nuevas soluciones, la disponibilidad de infraestructuras de recarga y el precio del vehículo serán factores clave que condicionarán el plazo en el que lleguemos a una movilidad 100 % descarbonizada.
Hace pocos días, durante la visita de nuestras máximas autoridades nacionales a Barcelona, se declaró la creación de un consorcio público-privado en el que participarán SEAT e Iberdrola con el fin de impulsar una fábrica de baterías cerca de Martorell y una nueva planta de SEAT de coches eléctricos como núcleo del primer PERTE, cuyo objetivo es la transición hacia el vehículo eléctrico y conectado.
A la vista de ello se nos ocurren estas reflexiones:
- ¿Por qué no se menciona que dicha fábrica de baterías está dando por hecho que el suministro del litio provenga de la explotación minera (iniciativa en curso) a cielo abierto de Cáceres, sobre la que tiene un interés “manifiesto” la empresa australiana Infinity Lithium?
- ¿Se va a tener en cuenta la opinión de la población de esa zona de Extremadura, así como la de los responsables técnicos y políticos que gobiernan la región?
- ¿No decíamos que los principios del pacto verde deberían primar sobre otras consideraciones a la hora de gestionar mejor el cambio climático e impedir las devastaciones de la naturaleza?

A pesar de que estemos entre los diez primeros fabricantes de vehículos a nivel mundial, el papel de España en la cadena de suministro del sector de la automoción es de escaso valor. No tenemos tecnología propia para fabricar baterías ni somos propietarios de ninguna marca de automóviles (las multinacionales son las que dominan, quitan y ponen fábricas en nuestro país, afectando al número de puestos de trabajo).
Que en 2040 no se matricule ningún vehículo térmico (gasolina, gasoil o gas) y en 2050 no circule ninguno de ellos, es decir, que solo sean eléctricos por baterías o por pila de hidrógeno, es una apuesta del Gobierno de difícil cumplimiento, especialmente porque lo más probable es que no haya la suficiente energía eléctrica limpia para alimentar a los vehículos eléctricos ni para producir hidrógeno verde que surta a los que lleven esta tecnología (SERÁ NECESARIO COMBINAR LAS DISTINTAS TECNOLOGÍAS DE MOTORIZACIÓN Y LOS DISTINTOS VECTORES ENERGÉTICOS QUE HEMOS MENCIONADO AL PRINCIPIO).
Países del norte de Europa tienen como objetivo anticipar esos objetivos dentro de diez años. Nosotros, a la cola. Las inversiones para disponer de tanta energía y de las infraestructuras de recarga serán muy cuantiosas. Dichos países ya las vienen haciendo hace tiempo. El dilema crecimiento/cambio climático está servido. Una planificación cuidadosa que juegue un papel crucial puede lograr que lleguemos a un equilibrio sostenible, pero habrá que seguir investigando, desarrollando e innovando para mejorar ese equilibrio hacia lo verde. De momento, y durante bastante tiempo, no somos más que meras comparsas en la tecnología necesaria y seguimos dando oportunidades a un capitalismo interesado en los pelotazos.

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