La Extremadura que podría ser

Por Ángel Calle Collado –

Pandemia, distanciamientos sociales, descontentos ganaderos y agrarios, despoblación rural, crecientes desigualdades, cambio climático, etc. Múltiples crisis se superponen en la región, pero ¿qué cuentas nos estamos echando sobre el presente y el futuro de Extremadura? Señalemos, por ejemplo, las 45 000 personas emigradas en la última década. Peor no parece que nos pueda ir. Los tiempos y agendas económicas ligadas a la covid-19 podrían ser, aunque parezca paradójico, una oportunidad para echar nuevas cuentas. Sería este el momento de innovar y apostar por políticas económicas más saludables. Extremadura tendría que abrir debates sobre los fondos europeos para una transición ecológica, agroganadera y energética. En paralelo, tenemos sectores ―como la producción agroecológica― que están emergiendo, pero carecen de resuello: pérdida de capacidad adquisitiva en la región, aumento de la precariedad y el desempleo, planes de apoyo hacia la alimentación ecológica que no acaban de cuajar y nos sitúan en el furgón de cola de las regiones españolas… ¿Qué hacer? Podríamos pensar, dirigiéndonos hacia economías biorregionales verdaderamente circulares, en relocalizar sistemas agroalimentarios y económicos que fomentasen un tejido de miniindustrias, de manera complementaria en muchos casos, pero no subordinada al sector agroexportador. La esperada inyección financiera podría ser un instrumento acertado siempre y cuando estuviera bien coordinado entre lo público y una gestión comarcal-comunitaria, alternativa a una gestión público-privada en manos de grandes multinacionales. En este artículo abordamos la situación de Extremadura. Nos echamos sus cuentas básicas ambientales, sociales y económicas, y estudiaremos cómo deberían ser esas nuevas políticas y esas nuevas redes de producción-consumo para una Extremadura que podría ser.

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